Yupanqui, una crónica sobre el club
La mañana del domingo 12 de octubre sería distinta para Alfredo Gibaut. Descansaba bajo la copa de un árbol mientras pasaba las páginas de un viejo diccionario. Estaba a punto de tomar una decisión que lo incluiría en la breve y sencilla historia del fútbol de abajo: elegir el nombre de su club. Alfredo seleccionaba ideas al deterse en algunas expresiones. Hasta que llegó a la Y. Ahí encontró, al fin, lo que buscaba: una palabra, un nombre que sonaba fuerte, "Yupanqui". Leyó luego el significado: "De ti hablará la prosperidad".
Lo propuso a sus pares, a los socios de la Institución que había sido creada hace poco. Sus amigos no entendían nada. El nombre que Alfredo había seleccionado lo superaba. Pero lo votaron en forma unánime, y así nació, el 12 de octubre de 1935, el Yupanqui Básquet Club. En 1937, el club concretó por cuatro años el arrendamiento de unos terrenos cerca de la cancha del club. Cerca de la Navidad de 1940, un regalo de Papá Noel llegó de la mano de un vecino y fanático, Pablo Miguel Vera. El hombre había ganado el Gordo de Navidad de ese año, y donó parte de su fabuloso premio al club. El club vivió una noche triste el 28 de febrero de 1961, luego de que se festejara el Carnaval hasta el amanecer. Cuando todos los socios y directivos se fueron a dormir, llegó la tragedia. Un incendio arrasó con todas las instalaciones.
Milagrosamente, algunos héroes lograron rescatar de la llamas valiosa documentación y fichas de socios. Maxi Anselmo, directivo creativo de la empresa Agulla y Bacetti, buscó por internet al equipo de fútbol de Argentina que menos recaudaba, y así se encontró con las flojas performance recaudatorias de Yupanqui. Fue entonces cuando los publicitarios se reunieron con el presidente del club, y le hicieron una propuesta: se filmó un aviso que fue exitoso y le reportó al club dinero para obras. La hinchada de Yupanqui no llena las canchas, pero sus seguidores más fieles siempre son el comentario de los rivales: se trata de apenas una docena de fanáticos que van a todos lados. Pero lo más curioso es que un hincha, Adrián Salomita, es el encargado de llevar las banderas, que casi siempre son 25. Es decir, más que la cantidad de gente que sigue al equipo cuando le toca ser visitante.
Por Nahuel Dufurrena
Etiquetas: Nahuel Dufurrena
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio