Argentinos: Será el próximo Banfield o logrará zafar?
Argentinos
Juniors viene en caída. Eso lo saben todos. Ha perdido los últimos cinco
partidos de manera consecutiva y, en el Torneo Final, aparece en la última
colocación, con 7 puntos en 14 partidos, producto de una victoria, cuatro
empates y nueve derrotas. Sin duda, un presente negro para el club de la
Paternal, que hace tan sólo tres años se consagró campeón del fútbol argentino.
Pero más negro es, todavía, porque las últimas campañas han impactado en el
promedio del descenso del club de la Paternal, dejándolo peligrosamente cerca
de perder la categoría. Hoy, con cinco fechas por jugarse, está a sólo tres
puntos por encima de Independiente, club que, por si fuera poco, está en plena
levantada futbolística.
Surge,
inevitablemente, la comparación del caso Argentinos Juniors con la caída
clamorosa de Banfield, en la temporada 2011/2012, que acabó perdiendo la
categoría de manera directa tras lograr, en toda esa temporada, sólo 22 puntos.
Peor aún: en el promedio aún se le contaba a Banfield la temporada en la que
salió campeón (Apertura 2009), en la cual sumó 73 puntos.
Argentinos
Juniors no tiene en su actual promedio esa temporada, en la que también fue campeón.
Sin embargo, por su juego y por el momento institucional que vive, sus
situaciones son muy comparables.
Por empezar, al
club de la Paternal se le vienen negando los resultados, a tal punto que en
este torneo ya tuvo tres entrenadores: Gabriel Schurrer, Fabián de Sarrasqueta
y el actual, Ricardo Caruso Lombardi. Entre los tres, que dirigieron los
últimos 19 partidos, sólo han logrado obtener una victoria, frente a All Boys,
en el segundo partido de Caruso Lombardi. Y no parece, al igual que le pasó al club
del Sur, encontrar una salida a la mala racha. El equipo parece anímicamente
muy débil, y el lunes se notó: le hicieron un gol apenas jugados 17 minutos.
Aunque en ese partido logró empatar rápido, luego volvió a quedar en desventaja
y se desnudó su falta de fútbol. El equipo va por empuje, no se vislumbra una
idea de juego y está muy expuesto a los vaivenes emocionales que pueda generar
el partido. Como en su momento le pasó a Banfield, existe la sensación de que
Argentinos puede perder contra cualquier rival.
Por si fuera
poco, las tradicionales ideas que surgen en estos casos (técnicos del riñón del
club, técnicos “sacapuntos”) parecen no haber funcionado. En Banfield se
intentó con Sebastián Méndez, campeón e identificado con la entidad, y con
Ricardo La Volpe, ex arquero e ídolo del club: ninguno pudo hacer un puntaje
decente. Y en Argentinos, el actual DT, que tiene fama de levantar equipos con
problemas de promedio (recuérdense sus campañas en Racing, en Newell’s y en el
propio Argentinos en su primer ciclo) tampoco está teniendo demasiado éxito. Algo
debe pasar con el equipo si ni siquiera gente con peso en los clubes no pueden
solucionar los problemas. Y esto está relacionado con el punto anterior:
Argentinos, como le pasó a Banfield, parece estar atrapado en una espiral
derrotista, donde cada partido es un nuevo golpe al ánimo que profundiza la
caída, y no se puede encontrar la salida. Algo similar le pasó a River en el
final del Clausura 2011, particularmente luego del partido que perdió ante All
Boys como local, tras el cual la entidad de Núñez no logró ganar ningún partido
más y las voces de alarma se empezaron a multiplicar exponencialmente en y
alrededor del club.
Las
desprolijidades en la elección del DT también son un punto en común. Como se
explica en el párrafo anterior, más allá de la falta de resultados, no se
eligieron técnicos calificados para la tarea. Sólo parece haberse hecho eso en
Argentinos, donde se contrató a Caruso Lombardi, entrenador que sabe de hacer
zafar equipos del descenso. Y en Banfield, en el Clausura 2012, Jorge Da Silva
duró sólo tres partidos en su cargo: se fue a mitad de torneo, cuando le surgió
otra propuesta laboral. Y aquí puede hacerse un punto: si una dirigencia es tan
débil que deja ir a un DT con contrato firmado, casi sin oponerse, no se puede
esperar que el club funcione bien. Más allá de que la dirigencia no incide directamente
en el fútbol, se propaga por el club una sensación de falta de liderazgo que es
perjudicial para el desempeño de los empleados. Pasa en cualquier empresa, y
también pasará en un club deportivo.
Por último, no se
puede dejar de remarcar los escándalos que han surgido recientemente en
Argentinos. El cruce de Caruso Lombardi con Diego Placente, la decisión
dirigencial de borrar a tres jugadores, el papelón de Luis Segura teniendo que
salir a aclarar que no había “vendido el descenso” de su club y su posterior
renuncia al Comité Ejecutivo de la AFA, son sucesos que nada colaboran en la
lucha del club y que lo hunden todavía más. Estas reacciones pueden entenderse
con una razón: como dijo Carlos Mac Allister recientemente, el club “perdió la
paz interior”. Ya todos están nerviosos, con la histeria a flor de piel, y se
sabe que las decisiones que se toman en ese estado rara vez son buenas. Lo más
grave es que los jugadores perciben este problema y, tal como ocurre en una
empresa a punto de quebrar, la productividad baja por el mal clima que se
extiende a toda la institución. No hay quien ponga los pies sobre la tierra y
fije un rumbo claro a seguir.
Argentinos está
en una espiral descendente. Hoy en día, parece que todas las circunstancias
estuvieran encaminadas a hacer que el club siga perdiendo partidos y,
eventualmente, pierda la categoría. Depende de Argentinos poder escapar a esa
espiral. Pero debe fijarse en el caso Banfield y tratar de no imitarlo; en este
momento, está haciendo las cosas demasiado parecido a ese club. Tiene el
antecedente para no repetir. Y todavía está a tiempo de cambiar.
Por Esteban Perisset
Etiquetas: Argentinos Juniors, Esteban Perisset, Fútbol, Notas de opinión
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