Martino y la revolución en NOB
Hace un año
y medio, la realidad de NOB era totalmente contraria a lo que la actualidad
muestra. Cerca del descenso, de vivir el mismo destino que su archirrival
Rosario Central. Hacía ya tres años que, en medio de tantos conflictos
protagonizados bajo el mando de la presidencia más nefasta de su historia, la
institución había cambiado de presidente.
Sin
embargo, de a poco las cosas fueron cambiando para la institución. Período
eleccionario en 2008, la sublevación de la gente hizo que Eduardo López dejará
el cargo tras 13 años (había asumido a fines de 1994). El nuevo titular sería
Guillermo Lorente. Una carta de Marcelo Bielsa, prócer del club, alertó a los
hinchas para que dieran cuenta de que la situación no daba para más y que se
necesitaba un cambio.
Con el
correr del tiempo, Newell`s fue acomodando el club y convenció a otra gloria,
Gerardo Martino, de hacerse cargo del equipo de Primera División. Amado desde
su época de jugador de aquel plantel que dirigía “el Loco”, el Tata revolucionó
el fútbol argentino en su primera etapa como director técnico del club
rosarino.
El equipo
estaba sumergido en las profundidades de la tabla del promedio, y no había
resultados que demostraran esperanza de cara a la salvación. Sin embargo,
Martino asumió a principios de 2012 y le cambió la cara. Siempre con un estilo
único, una identidad bien definida. Una forma que ahora, al final de su ciclo,
llegó a ser admirada hasta por el fútbol europeo.
A medida
que pasaron los partidos, los jugadores fueron entendiendo su mensaje de
apertura del juego, con interiores en el centro del campo, sin que la pelota
vuele por los aires, sí con el balón por el suelo. Formó un equipo que
encandiló al mundo futbolero. Si recorremos una línea de tiempo imaginaria, en
Argentina no se veía algo igual desde aquel Huracán de Ángel Cappa de hace unos
años. No hay que ser desmedidos en elogios, pero también hay que tener en
cuenta el ambiente del fútbol argentino.
Siempre con
un entendimiento casi perfecto de los laterales con los extremos, al mejor
estilo Barcelona salvando cualquier tipo de diferencias, con la idea clara de
cuando pasar uno y otro y cuando combinar por cada costado. Un once ideal, que
solo fue modificado para darle descanso a los titulares ante cada competencia.
El estilo
ahondó claramente en el último semestre, pero sin duda que el año y medio que
el Tata estuvo en NOB dejó una marca a fuego. En el medio sufrió la lesión
prematura de Hernán Villalba, un jugador con futuro. Sin embargo, lo cubrió con
un esforzado Mateo, más el líder en la conducción del equipo, Lucas Bernardi.
El
entrenador hizo que Pablo Pérez y Guzmán pasaran, de repudiados, a muy queridos
por el hincha. Al volante le dio una función clara en la mitad. Al arquero, le
dio una gran confianza al ponerlo por sobre Peratta: tal vez resignando gran seguridad
bajo los tres palos pero priorizando una clara salida desde abajo gracias al
buen juego con los pies del “Patón”.
Otro gran
golpe en el equipo de Martino tiene que ver con la consolidación en defensa de
Santiago Vergini, uno de los zagueros argentos con mayor proyección. Sin duda
ayudado en su crecimiento por el experimentado Gabriel Heinze, que volvió a dar
una mano y fue gran líder. Hoy, el Gringo decide su futuro en las vacaciones,
mientras se recupera de la lesión que sufrió en el partido de vuelta de la
serie ante Mineiro.
Precisamente
en la vuelta de grandes jugadores también se basó este equipo. Dejando de lado
grandes sumas de dinero, volvieron por el sentido de pertenencia y el amor a la
camiseta el propio Bernardi, el líder de la defensa Heinze, Maxi Rodríguez y el
gran goleador Ignacio Scocco. El delantero fue la gran figura, volvió a la
Argentina proveniente de Emiratos Árabes Unidos y se convirtió en el mejor jugador
del fútbol nacional.
La idea
clara de Martino, el gran hacedor de este equipo, en un estilo diferente de
juego, tuvo que ver en la participación de cada uno de estos jugadores con
pasado en el club. A Maxi lo utilizó como extremo –del otro lado, el juvenil
Tonso o Figueroa- y a Bernardi (anteriormente amenazado de muerte por la barra)
lo convirtió en el amo del centro de la cancha.
Además, con
el juego por los laterales, le dio la titularidad a dos jugadores, como Cáceres
y Casco, que no eran de lo más sobresaliente. Ambos fueron pieza clave, más que
nada el ex GELP, ante la salida a River de Vangioni.
Los
resultados lo acompañaron en este año (en el segundo torneo que dirigió el DT,
en 2012, fue invicto hasta la fecha 16, cuando perdió el certamen). Campeón
merecido sin ningún tipo de discusión del Torneo Final, estuvo muy cerca de
ganar la Superfinal ante Vélez, pero la mala puntería y el gran cierre del
equipo de Liniers en la segunda parte lo privaron de otra estrella. Por Copa
Argentina, jugar unos minutos después de ser campeón del torneo lo perjudicó.
En la
Libertadores, el llegar hasta semifinales convirtió esta temporada en la
tercera mejor en la historia del club en América. En 1988 y 1992 llegó hasta la
final, pero no había logrado salir campeón. En la ida ante Mineiro jugó uno de
los mejores partidos. Ganó 2-0 y tenía un pie y medio en la final, aunque el
mismo resultado en la vuelta a favor del rival lo llevó a los penales. Allí, la
suerte en los tiros desde los doce pasos que tuvo ante Boca no la tuvo en
Brasil.
El técnico
Gerardo Martino causó una revolución en el club. Le dio esperanza a la gente,
la misma que fue a agradecerle a su casa, le dio una gran alegría después de
tanto tiempo y, sobre todo, el orgullo de tener un equipo que juega de esa
manera. De todas maneras, el DT decide alejarse de Newell’s. Se va como un gran
ídolo, y con la promesa de volver.
En los 18
meses en los que estuvo a cargo, en sus declaraciones siempre recalcó las malas
organizaciones en los torneos por estos lados del mundo, más allá de siempre
hablar de fútbol. Nunca estuvo de acuerdo con las formas y el ambiente del
fútbol argentino. Le dio una impronta a un equipo que venía muy caído, lo
levantó, y lo llevó a ser uno de los mejores 4 equipos de América.
Llegó a
soltar frases para el análisis. “El fútbol argentino es histérico, tramposo y
ventajero”. “A nivel organizativo, todo es malo. A nivel futbolístico, primero
que siempre se quiere ganar a partir de sacar ventaja, casi te diría de la
trampa. Pero no lo voy a profundizar… Segundo: es muy difícil encontrar juego
asociado, la pelota vuela mucho, jugamos más a la segunda pelota que a
elaborar”.
Hoy, uno de
los grandes entrenadores se va del fútbol argentino, que seguramente lo
extrañará sobremanera. Berti llega a NOB para hacerse cargo del buzo, pero la
gente tendrá allá arriba al Tata y esperará su vuelta para un futuro no muy
lejano.
Nicolás Galliari
Etiquetas: La columna de Nico Galliari, Newells, Notas de opinión
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio