jueves, 8 de agosto de 2013

Carlos Maglio: ¿cuánta razón tiene Belgrano en reclamarle por la derrota?


Por Esteban Perisset




Jugadores de Belgrano le reclaman a Maglio.
 
Carlos Maglio, sin duda, es el personaje de la fecha. En el partido en que Belgrano recibió a Boca, en Córdoba, su actuación fue, para la mayoría de los medios y de los entendidos en fútbol, determinante en el triunfo de Boca ya que, con dos penales no cobrados y con dos goles mal anulados por offside, perjudicó al club cordobés. Repasemos: le anuló dos goles a Jorge Velázquez por offsides que le marcó, erróneamente, su asistente, y no cobró dos penales: uno por un toque a Sebastián Carrera y otro por una mano de Leandro Marín.

La cantidad de errores habilita a pensar que, a diferencia de otros casos, en este partido sí hubo un grave desequilibrio del árbitro hacia uno de los dos equipos. No fue un penal o una jugada: fueron cuatro. Por eso la protesta enérgica de los jugadores de Belgrano, y la gran cobertura que se le dio en los medios deportivos. Tal vez parte de la bronca sea porque el beneficiado fue Boca, uno de los dos clubes más grandes del fútbol argentino (sin desmerecer al resto).

Y hay dos maneras en las que se puede analizar esto. Una es la perspectiva histórica y la otra es la práctica.

La histórica tiene que ver con la sensación de que “siempre se beneficia a los grandes”. Y si uno va a la historia a largo plazo, eso es verdad. Pero si vamos a los últimos años, y analizamos todas las polémicas, veremos que, en realidad, últimamente no se está beneficiando mucho a Boca ni a River. El ejemplo más patente de esto fue la vuelta de la promoción 2011, donde River empató con Belgrano de local, y el juez no le cobró un penal a favor. Y para el lado de Boca, un buen ejemplo reciente es el partido ante Independiente, donde le cobraron un penal inexistente en contra y el gol del Rojo fue en offside. Y se pueden encontrar otros ejemplos, pero la moraleja es que ni River ni Boca parecen ser intocables: ya no es casi un delito cobrar un penal en contra de esos equipos, o perjudicarlos en fallos menores.

En este sentido, lo de ayer puede ser visto como una compensación para Boca (involuntaria, por cierto) por los errores pasados en su contra. A largo plazo, si no hay comportamiento tendencioso, los errores a favor y en contra tienden a equilibrarse, es una cuestión estadística. Más allá de eso, lo ideal sería que no hubiera fallos. Ni a favor de uno, ni a favor del otro. Y, en cualquier caso, nadie reparará, a la hora de los discursos, en las veces que resultó beneficiado. Pero, y esto es cierto, los errores se compensan.

El punto de vista práctico incide en que, más allá de la seriedad de las situaciones (dos goles mal anulados y dos penales), es muy controvertido tomar tales errores como “determinantes”. ¿Por qué? Simplemente porque un equipo, contando minutos de juego regular y adicionado, tiene cerca de 95 minutos para plasmar la superioridad futbolística en el marcador. Por lo tanto, si el partido va 0 a 0 y a un equipo se le anuló mal un gol, sigue 0 a 0 y debe meter un gol para ganar. ¿En qué se aplica esto a lo de ayer? En que, si Belgrano perdió fue, en parte, por los errores de Maglio, pero también en parte por no haber sabido sobreponerse a tales errores. Porque si a uno le anulan un gol, aunque sea mal anulado, siempre puede buscar otro. Y aquí debemos remarcar algo: los dos goles de Boca fueron legítimos, no hubo nada dudoso en ellos. Por lo tanto no pueden ser criticados. Lo que Belgrano quizás no haya sabido manejar es la situación en la que, de forma dudosa o no del todo legítima, uno parece ser despojado de algo. Ante el “despojo futbolístico”, Belgrano no tuvo armas futbolísticas para responder. Y ahí está la parte de culpabilidad de Belgrano en la derrota.

Carlos Maglio se equivocó, y mucho, en la tarde de ayer. Pero no debemos dejar pasar dos cosas: la primera, por más que los errores sean algo a erradicar, algo despreciable, debemos tener en cuenta que, a la larga, sus efectos a favor y en contra se compensan por simple estadística. Más ahora que, como se dijo, a Boca y River no parecen estar beneficiándolos tanto los árbitros. Y la segunda es que, en muchos casos, en todo partido que se pierde y en el que uno es perjudicado, por más que la culpa sea mayoritariamente del árbitro, un resto de culpabilidad propia siempre hay: no debe olvidarse que ser derrotado significa que las cosas se hicieron, en alguna manera, peor que como las hizo nuestro rival.

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