sábado, 2 de marzo de 2013

A brillar mi amor: El regreso de Román lo festejamos todos

Fueron 242 días en los que la pelota se encontró perdida, a la deriva. Aquella noche de final de Copa Libertadores en el estadio Pacaembú fue el último roce que la esférica tuvo con su dueño. O con uno de sus preferidos. Porque digamos que no hay muchos que la agasajen como él, que la mimen de esa manera. Actualmente el fútbol argentino está colapsado por los otros, esos que no dejan de golpearla, tirarla para arriba y lastimarle su piel de cuero, una y otra vez.

Si Dios quiere, el domingo, cuando Boca reciba a Unión por la cuarta fecha del Torneo Final, se volverán a sentir. Ella y él. La pelota y los botines de Juan Román Riquelme. ¿Casualidad, Coincidencia? Fue precisamente contra el Tatengue, un 11 de noviembre de 1996, el día en que el 10 y la redonda se dieron a conocer por primera vez en público. Es que en esa fecha, aquel pibe flaquito y habilidoso de 17 años debutaba con la camiseta Xeneize y daba un concierto de magia en una Bombonera que empezaba a sembrar a un nuevo ídolo.

Hoy Román, con 36 años, espera la vuelta ansioso. Quiere reencontrarse con la gente y con el fútbol en sí. Y el fútbol necesita de él. Ya que abundan piernas embarazosas, conflictivas y peleadoras. Este deporte, que tanto nos apasiona y nos vuelve locos, también se juega con el cerebro. Y el es uno de ellos. Es un cerebro de esos que están extinguidos en nuestro juego.

Ineludiblemente, hay muchos que del mismo modo que esperan el regreso de Riquelme se hacen preguntas tales como: ¿Estará físicamente en condiciones óptimas luego de ocho meses de inactividad? ¿Lo recibirá bien la gente luego de tantas idas y vueltas en las negociaciones con el presidente del club Daniel Angelici? ¿Podrá ser la solución a todos los problemas que merodean en la cabeza de Carlos Bianchi con respecto a las últimas performances del equipo?

De todos modos, pienso que cuando Román mañana meta ese pase asesino que deje muerta a toda la defensa, vamos a celebrarlo todos; los hinchas de Boca en particular y los hinchas del fútbol en general.
Porque en medio de tanto revoleo, pateo al aire, oscuridad y penumbra, va a haber un tipo de 36 años que abrace la pelota a sus pies, le de brillo y la vuelva a encender.

Santiago Capriata


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