Fútbol y dictadura
Difícil es hablar del Mundial 78 disputado en nuestro país sabiendo
que fue organizado por un gobierno militar que usó la competición como
distracción. Mientras el pueblo permanecía con la lógica euforia por ser
anfitrión del Mundial, los genocidas aprovechaban para secuestrar, torturar,
matar gente, y que de esto prácticamente no se hable.
Pero hablando únicamente de lo futbolístico, el Mundial en
casa era una oportunidad única que no se podía dejar escapar. Menotti y su
cuerpo técnico trabajaron 4 años para lograr un objetivo. Buscaron jugadores a
lo largo y ancho del país. Definieron un estilo de juego y convencieron al
plantel de que era el correcto. También se hizo mucho hincapié en la parte
física, que se sabía, era una desventaja al lado de las potencias europeas. Se
trabajó y mucho para darle una alegría al pueblo argentino.

Pero la fiesta no fue de todos. Algunos, lo que en realidad
vivieron fue un calvario. En centros de detención clandestinos, con poca comida
y casi sin vestimenta, miles de personas sufrían los golpes y torturas de los
genocidas que ocupaban el poder. Veían como afuera el mundo seguía sin que
nadie se preocupase por ellos.
Las abuelas de plaza de Mayo, otro personaje más que
importante durante la dictadura militar, aprovechando la revolución que
generaba el mundial, se reunían en Plaza de Mayo acusando los secuestros de sus
hijos. Llamaron la atención de medios internacionales y lograron que se hable
de ello, pero acá, periodistas como José María Muñoz las definían como “locas”,
e argumentaban que todo era una campaña en contra del gobierno para arruinar
algo tan bello como el mundial.
En medio de todo este clima de locura y represión, la
Selección Argentina logró ganar su primera copa del mundo. Con mucho trabajo,
esfuerzo, sacrificio y también talento, claramente. Pero que el Mundial se haya
disputado durante la dictadura, es algo que siempre pondrá en dudas el logro obtenido.
El 6-0 a una selección cansada físicamente como Perú, provocó miles de sospechas
y suspicacias que jamás se pudieron comprobar. Menotti se defendió diciendo
que: “En Perú ya les habíamos ganado 3-0 dándoles un baile. Ellos llegaban mal
físicamente, les faltaban jugadores importantes y algunos estaban en una
pierna. Aguantaron 15 minutos, a los 20 no podían más. Les dije a los jugadores
que teníamos que hacer 2 goles en el primer tiempo y así, hacer otros 2 en el
segundo tiempo sería más fácil. No era imposible, para nada…”
Incluso en ese partido, las primeras 2 llegadas fueron para
Perú, y una dio en el poste. Si esas pelotas tenían destino de gol y la
selección quedaba eliminada, nadie hubiera sospechado nada y todas las
acusaciones que se hicieron en aquél momento no hubieran existido.
En la final, Argentina enfrentó a la siempre difícil
Holanda, una selección a la que daba gusto ver jugar en aquellos tiempos. En
una batalla futbolística, Argentina se impuso en el tiempo suplementario
gracias al desequilibrio que generó Kempes. Pero eso sí, debió sufrir hasta el
final, ya que los holandeses tuvieron un tiro en el palo que hubiera cambiado
por completo la historia de aquél mundial. Los militares, desde el palco, nada
podrían hacer para remontar un partido ante una potencia como Holanda. El
fútbol, dinámica de lo impensado, puede presentar miles de desenlaces, pero
estos se definen siempre en la cancha, no afuera.
En definitiva, la opinión cambiará según desde que
perspectiva se lo mire. No se sabe en quién creer, en quién desconfiar. No se
sabe en quién se puede o no confiar. Quizás todos fuimos cómplices
involuntarios de lo sucedido. También todos parecen tener algo de razón en esta
negra historia que vivió nuestro país. Lo importante, sin dudas, es que no se
olvide nada de lo sucedido. Para no volver a cometer los mismos errores, para
estar más atentos, abrir los ojos y ver la realidad. No mirar hacia un costado.
Así, esos bochornosos hechos que atentaban contra los derechos humanos, no
tendrán más lugar en nuestro pueblo. Para eso, necesitaremos compromiso,
verdad, y sobre todo: memoria.
Etiquetas: Alan Alberdi
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