Continúa con la hegemonía brasileña
Desde hace
cuatro años, la alegría en la Copa Libertadores es solo brasileña. El fútbol
del país organizador del próximo Mundial está predominando en todo el
continente americano, y en las últimas cuatro ediciones, han sido campeones
todos equipos diferentes del Brasileirao. Además, han metido finalistas en las
últimas nueve ediciones.
En el 2010,
fue el Internacional de Porto Alegre el que obtuvo la gloria. En 2011, Santos
de la mano de Neymar y Ganso se alzó con el trofeo. Un año más tarde fue el
turno del Corinthians de Emerson y Romarinho. Ahora, el lugar le corresponde al
Atlético Mineiro, el equipo de Ronaldinho, de Bernard, de Jó, de Tardelli y de
tantos otros.
Es la
primera coronación en este certamen para el equipo que dirige Cuca, y también
la primera para este DT. Un equipo que había comenzado muy bien su
participación, fue el mejor equipo de la fase de grupos con un nivel abrumador
para las defensas rivales, pero luego su juego decayó de gran forma.
Para la fase
de grupos, los rivales del equipo brasileño fueron Sao Paulo, The Strongest y
Arsenal. Solo cayó en un encuentro, en el último, después de haber ganado los
otros 5, con la clasificación asegurada y cierta relajación. En los otros
encuentros de esa fase, fue casi una aplanadora.
Ante
Arsenal, goleó 5-2 en los dos partidos, tanto de local como de visitante. Ante
el club boliviano, logró dos victorias por 2-1, y ante su compatriota de Brasil
fue que perdió su único encuentro en el grupo. Después de ganar 2-1 en el
Independencia, en la última jornada cayó 2-0 en el Morumbí.
El equipo
tuvo en la Copa un estilo muy ofensivo, con laterales pasando al ataque
continuamente, con un doble cinco con mucho más juego que marca, con rapiditos
como Bernard, Tardelli y Jó arriba, y obviamente la cabeza pensante y la clase
de Ronaldinho.
De todas
maneras, a medida que la Libertadores avanzó hacia sus fases de eliminación
directa, el nivel comenzó a decrecer. El estilo tan ofensivo se fue haciendo
cada vez más individualista, Dinho desapareció cada vez que dos volantes
rivales lo tomaron bien de cerca y, encima, sus compañeros no lo buscaban
demasiado para comenzar a jugar y darle sentido a cada pelota.
El 10 fue
siempre el motivo por el cual Mineiro se mantuvo con vida. Pases,
habilitaciones, con punta de cuchillo, como los dos que le dio a Bernard en las
semifinales ante NOB. En Rosario atajó Guzmán, en Belo Horizonte fue gol al
minuto de juego.
Igualmente,
el chiquito Bernard fue uno de los que más jugó solo por las bandas. Intentó
casi siempre hacer la suya, se cerraba en su lógica de crack, y se atolondraba
entre las mil piernas que lo cruzaban. El que fue la salvación allí fue Diego
Tardelli, casi incontenible para las defensas, con diagonales que metían
peligro en todas las series.
Ante Sao
Paulo le tocó nuevamente en octavos de final. Desde esa instancia, pese a que
logró ganar los dos partidos con un global de 6-1, se comenzó a observar una
tendencia clara hacia el desorden y el juego propio por cuenta de cada uno de
los habilidosos.
Ante el
Tijuana del Turco Mohamed, en cuartos, clasificó con la suerte del campeón. En
México igualó 2-2, y como local estuvo ahí nomás de quedar afuera. Pero Víctor
se disfrazó de héroe, atajó un penal en el final y mantuvo el 1-1 en la vuelta.
La historia es más conocida en lo que pasó con NOB. En Rosario fue ampliamente
superado, y se volvió a Brasil con la derrota de 2-0. Como local remontó la
serie y ganó por penales, no sin antes darle chances claras a su rival de pasar
a la final.
Desde
Tijuana en adelante, al plantel de Cuca y a esta campaña solo los salvaron los
destellos individuales de sus cracks de mitad de cancha para adelante. Sin
embargo, en la zaga fue todo lo contrario. Siempre un retroceso desordenado,
fallas claves en los conceptos defensivos y en la marca. Con laterales como
Marcos Rocha y Richarlyson que empezaron la Copa con un nivel superlativo pero
que terminaron con indecisiones sobre si pasar o no la mitad de cancha, centros
a ninguna parte y regalando espacios a sus espaldas.
En la parte
final de la Copa, fue Ronaldinho el que desapareció. Está claro que todo fue
armado a su alrededor, pero ese estilo se diluyó con el transcurso de la
competición. Mateo lo eliminó de la ida en las semis, y en el segundo partido
no tuvo mayor influencia. Para la final, no fue decisivo, pero siempre fue
importante su presencia en la cancha.
Precisamente
en la final se vio uno de los peores partidos de este equipo. Ante un Olimpia
que mereció más que el 2-0 en el Defensores del Chaco, logró la remontada de
forma épica, tras errar varios goles y acorralar a su rival, en el Estadio
Mineirao.
En los
penales, el árbitro no sancionó nada ante tamaño adelantamiento del arquero
Víctor en el primer tiro. Nada pasó, pese al reclamo del equipo guaraní. Ante
Newell’s, la mala ejecución de Cruzado, Casco y Maxi Rodríguez lo salvó. En la
final, lo mismo, por el mal primer tiro y el remate al palo de Giménez.
La suerte
del campeón lo acompañó en todo momento, pese a un gran bajón en su nivel.
Igualmente, ha sabido crear muchas situaciones de gol por partido y mereció
golear. En la vuelta ante Olimpia creó varias, y el palo y Martín Silva le
negaron el gol que llegaría sobre el final y lo llevaría al tiempo extra. La
alegría, pese a continuar viendo a equipos del mismo país en lo más alto, pasa
por ver a Dinho levantar ese trofeo. Un jugador que merece esta clase de
logros, por su humildad.
Atlético
Mineiro sigue con la hegemonía
brasilera, y consigue su primera Copa. El Mundial de Clubes lo espera, aunque
deberá mejorar su nivel. Algo habrá hecho para estar en la cumbre de América.
Bajó mucho su nivel en la segunda parte de la Libertadores, pero en su fase de
grupos y la serie de octavos ha predominado con un gran estilo.
En fin, ha
llegado a lo más alto por algo. Olimpia mereció algo más, NOB lo superó si
vamos al desarrollo total de la eliminatoria. Pero alza la Copa uno solo. Pese
a errores arbitrales que, a pesar de ser uno, dos o diez, siempre hay en la Copa
para el campeón, y pese a un equipo que en las series definitivas no mereció
tanto el título. Mineiro continua poniendo a Brasil allá arriba, y consigue su
primera Copa.
Nicolás Galliari
Etiquetas: Atlético Mineiro, Copa Libertadores, Copa Libertadores 2013, Fútbol internacional, La columna de Nico Galliari, Olimpia
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