lunes, 15 de julio de 2013

¿Volver o no volver?

Fueron estrellas en su momento. Deleitaron a la hinchada a base de goles y jugadas que quedaron para el recuerdo. Son hijos del club que emigraron a Europa bañados en gloria. Y antes de tomar el avión al Viejo Continente ilusionan al hincha con “voy a volver”. Y esas palabras quedan vacías al momento de que la parábola futbolística empieza a descender y se avecina el retorno. Pero no es tan fácil como parece…

Entonces, ¿por qué varios futbolistas, con el pretexto de “la pasión por los colores” siempre manifiesta que, en determinado lapso de su carrera, regresará a la institución que lo formó profesionalmente, que le abrió las puertas para debutar en Primera División para demostrar sus cualidades? ¿Por qué ilusionar vanamente a la gente, si su intención real es quedarse en el exterior, donde ya formó a una familia, a pesar de ser suplente o desembocar en un club de menor envergadura pero alejado de la crítica que en la Argentina seguro recibirá de la prensa y de un ambiente por sobre todas las cosas susceptible?

Existen miles de casos, pero vamos a puntualizar a River Plate, y el affaire de Martín Demichelis, una novela que finalmente quedó en la nada: Micho se desvinculó de Málaga para sumarse al Atlético Madrid, donde lo llamó personalmente Diego Simeone, DT del Colchonero. En las semanas previas, varios periodistas ya daban por hecho que Demichelis retornaría a River; el mismo jugador publicó en Twitter que cuando finalice su vínculo con Málaga concretaría su retorno a Núñez, cosa que finalmente no sucedió.

El defensor, días después de terminado el episodio, manifestó que “no quiere vivir lo de Trezeguet, Cavenaghi y el Chori Domínguez”, que desecharon sus carreras en Europa para “dar una mano” al club en el peor momento de su historia (el año en la B Nacional) y que después fueron despedidos del club sin escrúpulos. Aquí se desencadena otra cuestión, la dirigencial. En pleno año electoral en River, el presidente Daniel Passarella (resentido por la gran masa de los socios y simpatizantes millonarios que desaprueban su gestión) y su no buena relación con varios ídolos del club desembocan en estos desenlaces.


Al igual que los casos de Javier Saviola y Pablo Aimar. Ambos, que formaron parte de “los cuatro fantásticos” del 2000 (junto a Ariel Ortega y el colombiano Juan Pablo Angel) y se despidieron de Núñez siendo bicampeones (Apertura 1999 y Clausura 2000) y jugaron juntos en la Selección Nacional, y consiguieron vastos laureles en el Viejo Continente, con la promesa a flor de piel de “en River me retiro”.

Pasaron 13 años y continúa la puja; en todos los mercados de pases sus nombres aparecen tildados y en marquesina, sin embargo, tanto el Conejo como el Payaso no tienen intenciones de retornar a River. Quizás porque consideran que no es el momento, que no es la hora. Aunque el hincha riverplatense no lo perdona, tal como en ocurrió en la despedida de Ortega en el Monumental el sábado pasado, donde el Monumental se dividió entre silbidos y aplausos para ambos, que fueron invitados al cotejo.

En un mundo donde imperan las necesidades económicas, el porvenir deportivo que el sentimental, en un contexto que no es grato para ningún futbolista como lo es la Argentina y prefieren seguir dando prórrogas. No es obligatorio, desde ya, más bien una “obligación moral” o una especie de “deuda” que tienen “para el club que les dio todo”, según sus propias palabras. Dejando vacía la ilusión.

Un caso parecido al de Andrés D´Alessandro, que en el 2003 partió al Wolfsburgo alemán, y retornó al país, pero para jugar con la casaca de San Lorenzo (2008), cosa que muchos no les pareció grato. En estos momentos lleva a cabo una afianzada carrera en Brasil, donde se siente cómodo y no tiene deseos de retorno.

Negociaciones y peleas irrenconciliables al margen, sumado a la información poco veraz que circula en los medios son factores que determinan que no quieran arriesgarse, que sigan esperando,  que en algún momento retornarán, aunque ya sea demasiado tarde y hayan perdido todo el crédito y el idilio que supieron conseguir…



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