La variación de una identidad histórica
La columna de Nicolás Galliari
TW @nico92galliari
nrgalliari@hotmail.com
En toda su historia, Estudiantes de La Plata estuvo
ligado a un solo estilo. Una identidad que, respetada en algunas temporadas y
en otras no, pero una forma que tenía que ver con adaptarse a su historia. A un
método que un prócer del club había instaurado para jugar. Se respetó a lo
largo de las campañas, y el Pincha consiguió varios logros, como por ejemplo la
Copa Libertadores de 2009, la última ganada por un equipo argentino.
De la mano de Carlos Salvador Bilardo, el estilo
tenía que ver con saber defenderse, equipo de combate, un goleador bien
definido. Agruparse bien en la mitad de la cancha para luego saber salir,
plantarse ante el rival, no dejarlo jugar y golpearlo en los momentos justos.
El Bilardismo marcó una época en el fútbol argentino, y también –cómo no- en
Estudiantes.
La confrontación de este estilo con el Menottismo
trajo miles de discusiones futboleras (y no tanto). No solo en Argentina, sino
en todo el mundo. Hoy la mayoría de los equipos son diferenciados por estos dos
estilos históricos. Menotti vs Bilardo, pero el club platense se adaptó, desde
su llegada, al estilo del director técnico campeón del mundo en 1986.
A rajatabla, no hubo cambios y siempre la
institución respetó los sistemas. Buscó entrenadores que tengan una misma
ideología –o parecida- salvo alguna que otra ocasión aislada. Y también otros
DT’s se han sabido adaptar a los jugadores con los que contaba. De todas
maneras, desde la temporada pasada algo varió en el León.
Con la contratación de Mauricio Pellegrino, las
condiciones cambiaron. El ex técnico del Valencia intenta jugar, tener los
futbolistas para ser dueño de la pelota, jugar con ella, tenerla y atacar
encontrando los espacios mediante la movilidad, tanto del balón como de los que
están ubicados en la parte ofensiva. La pasada campaña no le fue del todo bien,
y para esta nueva temporada incorporó jugadores de mismas características
intentando imponer un patrón de juego.
En el mediocampo, a los jugadores que ya eran
tenidos en cuenta, les sumó los refuerzos del talante perfecto para comenzar a
mostrar sus ideales. Uno de los nuevos fue Jorge Luna, que llegó proveniente de
San Martín de San Juan, y en el tiempo que se lo ha podido ver en Primera ha
ofrecido su juego de calidad. Gran pasador, gambeteador, capaz de cambiar el
ritmo de la jugada, de saber comandar los tiempos del equipo, fue una joyita en
el torneo pasado. Le dan una pelota y parece sentirse libre, ya que sus
aptitudes hacen ver que tiene ese encare para desarrollar lo que le venga a la
mente.
Además, otro que se sumó es Israel Damonte. El rubio
platinado viene de Nacional de Uruguay, y por su pasado en el fútbol argentino,
sus semblantes de conectar las líneas en la cancha y de transportar la pelota
ya son un poco más conocidas.
A ellos dos se le suma un Román Martínez que se
decidió por Estudiantes cuando muchos lo buscaban para ser eje del juego de sus
equipos hace un año. El ex Tigre tiene un manejo que muy pocos lo tienen en la
liga nacional, aunque no ha podido adueñarse de la mitad del campo por lesiones
que lo marginaron. Hoy, arranca en el banco, aunque es necesario para encabezar
al equipo y dirigir desde adentro el destino de cada bola.
Dentro de esa idea de comandar los hilos, es
imperante recordar que ha vuelto al ruedo Juan Sebastián Verón. Líder del
último campeón de América, retornó de su retiro al darse cuenta de que todavía
podía darle más al equipo. Para qué aclarar cuáles son sus particularidades,
aunque se destaca su toque, el ser el técnico dentro la cancha a partir de su
experiencia, su pegada, y su voz de mando.
El mal estado físico, pese a haber hecho una buena
pretemporada, no le permite ser de la partida en varios encuentros, aunque cada
vez que le ha tocado estar ha sabido demostrar sus cualidades, y su liderazgo
en la cancha, también desde la idolatría que genera en la fanaticada
Pincharrata.
La aparición del juvenil Gastón Gil Romero también
fortalece la idea del entrenador, y el chico no solo que ya tiene un gol en
Primera, sino que se ganó el puesto como volante central titular en el equipo.
También cuentan con Patricio Rodríguez, el ex Independiente, que tiene la
virtud de ser desequilibrante y, cuando está bien de la cabeza, en el uno
contra uno es letal.
Tal vez eso, buscar la fortaleza mental, ayude a
cambiar un paradigma. Porque no es que Pellegrino ya haya cambiado una idea y
su equipo juegue tocando, por abajo y tenga mucha posesión, pero esa sí es la
búsqueda. Es el intento de juego, a lo que aspira el plantel con estos
jugadores y con esta ideología de cara al futuro.
Los puntos de inflexión para el cambio se ven arriba
y abajo. Ya no está Braña, que era capataz, pero Leandro Desábato todavía tiene
cuerda y es jefe en la defensa. Para acompañarlo, llegó un zaguero que fue la
gran sorpresa del campeonato anterior: Santiago Vergini. De pasado en el gran
NOB de Gerardo Martino, es un defensor que sabe salir jugando, con la cabeza en
alto y le da sentido a la pelota. En el uno contra uno es fuerte y eficaz,
aunque sus principales problemas tienen que ver con que abrirse a los costados
no es su principal peculiaridad.
Por los laterales, se reforzó con Matías Aguirregaray,
un joven uruguayo que pasa al ataque, descuida a veces la marca, pero su virtud
es saber sumarse a las jugadas ofensivas con bastante frecuencia. Además, no es
ningún negado con la pelota. Aunque su defecto es que descuida su espalda. El
nuevo 4 del Pincha ya tiene basta experiencia incluso en la selección mayor de
su país, y ha jugado en el Palermo y el Cluj, entre otros clubes
internacionales.
En las cuatro fechas disputadas hasta ahora,
Estudiantes todavía no perdió, y solo sufrió 2 goles en contra, en los empates
en uno ante Arsenal y Lanús. Las grandes actuaciones de su arquero Gerónimo
Rulli fueron muy importantes. Los otros dos partidos, fueron victorias, ante
All Boys y ante Boca. Ya convirtió 5 tantos. Y en el último partido ya se vio
otra de las cosas que han cambiado.
La salida de Duván Zapata fue un golpe bajo para el
equipo. El colombiano, la Pantera, fue el gran artillero en la última
temporada. Pura potencia, olfato de goleador, espalda para aguantar, cabezazo
letal, y gran definidor. Se fue al Napoli y a la entidad platense le quedó poco
más de 7 millones de euros por su pase, aunque lo más sensible fue en el estilo,
ya que era pieza clave y el centro delantero del once de arranque.
Para reemplazarlo, el director técnico busca
variantes. Por ahora es Guido Carrillo, un chico de la cantera del club, que ya
tiene 10 goles en la máxima división, y fue la figura del último partido ante
los de Bianchi. Marcó dos tantos, el primero estando en el lugar preciso para
aprovechar un mal rechazo, el segundo ejecutando de manera perfecta un penal.
No tiene muchas más opciones, salvo Franco Jara, quién
se incorporó cuando la baja de Zapata era inevitable, aunque se está poniendo a
punto. Luego, otro chico, que ocupa lugar en el banco, es Diego Mendoza, pero
fue subido con los grandes ante la ausencia de un hombre de jerarquía para el
puesto de goleador.
La premisa de la tenencia de la pelota, una defensa
sólida, una fácil adaptación de Carrillo a ser titular, la recuperación rápida
de Verón –pese a que tiene reemplazantes-, una zaga férrea con Vergini –
Desábato, y comenzar a darle una identidad propia al equipo, es lo que espera
Mauricio Pellegrino, ahora que ha podido tener una pretemporada completa con
los jugadores y se reforzó con los futbolistas que pidió.
Después de tanto tiempo, Estudiantes cambias sus
formas. No es seguro que lo que proponga este entrenador perdure en el tiempo y
sea una marca imborrable, como tampoco lo es que lo que hoy propone vaya a
funcionar. El fútbol moderno, a su expresión básica en la Argentina. Porque a
Carlos Salvador, podría decirse, se le quemaron los papeles.
Etiquetas: Argentina, Estudiantes, Fútbol, La columna de Nico Galliari, Nico Galliari, Torneo Inicial 2013
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